¿Silenciar el síntoma?

07.01.2022

En nuestra sociedad, la atención a la salud mental empieza a ser algo habitual, y se ha situado en la base en la que se sostiene un estilo de vida saludable.

En general, la ansiedad, la tristeza y la soledad ya no se ven como una enfermedad. Se entiende que son emociones naturales, y se ha normalizado la importancia de abordarlas con un/a especialista.

Sin embargo, algunas vertientes de la psicología se limitan a aliviar esas sensaciones, sin llegar a explorar su significado...

En este sentido, yo imagino la sintomatología como una niña asustada que simplemente nos está avisando de algo.

Su intención es ayudarnos a alcanzar el bienestar, aunque la sinceridad con la que nos habla no siempre es agradable. Esa incomodidad nos lleva a ignorarla, ya sea buscando una satisfacción inmediata y/o silenciándola a base de ansiolíticos y ejercicios de relajación.

Es verdad que esto nos hace sentir bien, ya que aparentemente genera un equilibrio sobre el que seguir avanzando.

No obstante, si la advertencia es importante, no hay forma de evitarla.

Bajo esa supuesta estabilidad, el susurro inicial irá aumentando su intensidad, y acabará siendo un auténtico grito que envuelva de angustia nuestro estado de ánimo.

Sólo atendiendo esa voz, es posible suavizarla...

Siguiendo esta línea, el análisis supone una invitación a volver a escucharnos, y nos ayuda a entender el sentido del sufrimiento actual.

En él buscamos una vía saludable para que esa niña se exprese, de forma que ya no necesite hacerlo a través de la sintomatología.

¿Silenciar el síntoma?