Imaginario
¿Sabemos qué es la realidad? ¿Somos conscientes de la subjetividad que afecta a nuestras vivencias? ¿Es posible salirse de ella?
En uno de los ejes esenciales en los que se sustenta el saber analítico -y sobre los que se articula la escucha en las sesiones-, nos encontramos con la genial aportación acerca de los registros lacanianos.
Siempre subversiva, esta vertiente nos anuncia que aquello que entendemos por la realidad no se corresponde necesariamente con lo que es real, y nos invita a considerar tres áreas que -inevitablemente entrelazadas- le dan forma a la experiencia: el imaginario, el simbólico y lo real.
Empecemos por el imaginario...
Imaginario es aquello que es susceptible de ser apresado por los sentidos. La expresión del universo que se encuentra a nuestro alrededor y la visión individual que asimilamos sobre él. Es el espacio en el que vivimos, y en el que intentamos entender y/o buscarle un sentido a los sucesos que experimentamos.
Sin embargo, es importante no dejarse engañar por lo superficial, y es que el imaginario es el escenario ideal de las atribuciones y las falsas apariencias. Su forma está siempre ajustada al sesgo insalvable de la subjetividad, aunque en un excelente ejercicio de egocentrismo, solemos interpretarla como la auténtica realidad.
El imaginario es el registro de los afectos y de lo social, en el que las histerias -ya sean de angustia o de conversión- vibran alborotadas, y la neurosis obsesiva sobrevive agazapada, ahogándose en su incomodidad.
En él se establecen las relaciones superficiales basadas en la seducción, en ausencia de un vínculo sincero que suponga una verdadera intimidad. Y es ahí donde el individuo empieza a esbozar una idea acerca de su identidad, siempre influida por el ambiente y la variedad de imágenes que se le asignan en el exterior, enfrentándose así a su insoportable levedad.
Selva de subjetividades y espejismos, escenario de yoes que vagan exponiendo una visión alterada de sí, el imaginario se nos antoja como el único lugar en el que es posible la vida, y en el que sin embargo, nada es verdadero...
...al menos, a simple vista.
Está atardeciendo, y una verde manzana se desprende del árbol
sorprendiendo a Isaac Newton, que descansaba apaciblemente bajo su sombra. Es
el verano de 1666, y al que fuese el autor de uno de los libros más importantes
en el avance de la ciencia, le asalta una idea que lo revolucionaría absolutamente
todo...
Imaginario es ese elegante movimiento que acerca al fruto -siempre de forma vertical- hacia el suelo, y que sin embargo, nunca va a ser vivido igual por sus eventuales observadores. La situación espacial, la agudeza visual y el sustrato neural que subyace a esta última serán algunos de los factores que influyan en lo anterior.
Newton se levanta sobresaltado. La manzana aguarda en el suelo, y la historia que sigue ya sabemos cómo acaba.
El simbólico intentará explicar lo sucedido...
Imaginario