Evolución de la empatía a la compasión
¿Son iguales la empatía y la compasión? ¿Sabemos ver sus diferencias? ¿Y sobre qué nos hablan sus semejanzas?
Estas simples preguntas, aparentemente sencillas, han generado una serie de aportaciones de lo más interesantes en el ámbito académico, avanzando así en el estudio de la empatía y la compasión. Su importancia en nuestra sociedad ha impulsado un gran esfuerzo de investigación, que nos está ayudando a encontrar vías efectivas para intervenir sobre ellas.
En primer lugar, al hablar de la empatía, es interesante separar sus vertientes cognitiva y emocional. Es verdad que ambas actúan de forma simultánea, si bien no siempre están equilibradas entre sí.
La empatía cognitiva es la habilidad de inferir el estado interno de los demás. Imaginar la forma en la que entienden una situación, y cómo se sienten al enfrentarse a ella. Evidentemente, este es un fenómeno subjetivo, y suele verse afectado por una serie de sesgos al ser influido por nuestras vivencias.
A su vez, la empatía emocional supone una sintonización afectiva con sus emociones, en la que experimentamos algo similar a lo que están sintiendo, y nos sirve de guía en la elaboración que realizamos sobre ello.
¿Significa eso que acabamos sumergidos en su emoción?
Esto último es lo que se conoce como simpatía, y evitar que suceda es uno de los aspectos esenciales en el establecimiento de una empatía saludable.
Gracias a la separación de nuestras emociones y las emociones ajenas, impedimos una fusión afectiva entre ambas, algo especialmente importante en situaciones en las que existe sufrimiento (y en la atención psicológica, en la que acogemos su aparición en sus variadas formas de expresión).
La empatía es un viaje de ida y vuelta, una suerte de submarinismo en el estado interno de la gente de nuestro alrededor, en el que nos asomamos a su universo de significados, sintonizamos con sus emociones y volvemos a salir a respirar el aire de la superficie...
Sin embargo, esto no garantiza que vayamos a servirnos de esa información para ayudarles. Es ahí donde algunos autores han señalado las sombras de la empatía, al argumentar que esta habilidad puede ser utilizada de forma egoísta, en busca del beneficio individual.
En este sentido, la intención de aliviar el sufrimiento es el elemento esencial que viene a explicar la evolución de la empatía a la compasión.
La actitud compasiva implica una escucha sincera y una elevada sensibilidad hacia las situaciones y el sufrimiento ajeno. Sólo desde una base segura -y gracias a la autocompasión y el autocuidado- es posible que esta actitud sea sostenible, y acabe suponiendo una ayuda verdaderamente efectiva.
En este artículo, elaboramos un modelo sobre la evolución de la empatía a la compasión, y analizamos la influencia de las intervenciones basadas en mindfulness en estas variables socioemocionales.
Si estás interesado/a en lo anterior, en la sección de investigación encontrarás una serie de estudios sobre mindfulness, empatía y compasión.
Evolución de la empatía a la compasión